27 sept 2014

Cómo armar dialogos

El dialogo en una historia es de suma importancia, es la parte que hará avanzar la historia, aporta dinamismo, y revela el carácter de los personas, así como la habilidad del autor para aportar humor, dramatismo o ingenio.

Una historia con diálogos pobres o mal logrados puede arruinar toda la novela. Personalmente creo que es ahí donde se ve la verdadera destreza del escritor. Además como leí por ahí "Permite «escuchar» las voces de los personajes y asistir a una conversación sin que sus protagonistas se percaten de nuestra presencia: es como estar entre ellos sin ser visto"


Por eso yo le presto mucha atención tanto cuando leo, como cuando escribo. Es también cuestión de práctica y de ser honestos con nosotros mismos, si sentimos que un dialogo es flojo es mejor retocarlo hasta quedar conformes.


Primero podríamos dividirlos de la siguiente manera:



  • Apertura: Da inicio a la conversación. Indicación del deseo de entablar el diálogo mediante una invocación al destinatario. También consiste en un saludo o llamada de atención con los que se da inicio a la conversación.
  • Orientación: se introduce el tema o se orienta el diálogo hacia él.
  • Desarrollo: Los interlocutores intercambian sus opiniones sobre el tema y van introduciendo otros temas nuevos.
  • Cierre: Es la despedida que pone fin al diálogo.
Desmenuzando:

Apertura: es muy común cometer el error de sobre saludar, es decir el uso excesivo de hola, buenos días, cómo está, disculpe... etc.
Tenemos que recordar que hay un contexto y no siempre es necesario que el dialogo comience con una saludo si los personajes ya se han visto o saludado previamente. 
Lo mismo ocurre con los cierres, porque podemos poner en la descripción levantó la mano, o saludó con un beso de despedida, etc en lugar de escribir el dialogo con los saludos.
En cuanto a la Orientación es muy importante ir llevando al lector hacia el tema principal que deben discutir los personajes y explicarlo de manera clara, para que el lector no se pierda pero sin olvidar como habla y reacciona cada personaje de acuerdo a su carácter.  
El Desarrollo será el debate que dichos personajes mantengan sobre uno o varios temas, teniendo en cuenta como escritores que no podemos divagar o desviarnos demasiado de lo esencial porque con esto perderemos al lector.

Estructura:

No hay una sola manera de diagramar los diálogos, pero debemos hacerlo siempre igual y sin demasiados símbolos. Un ejemplo clásico es es siguiente:

-Hola -dijo X, saludando con voz alegre.
-Hacía mucho que no te veía pasar por esta calle -respondió Y-. ¿Cómo está tu madre?
-Está un poco enferma, pero nada grave -añadió, rápidamente X, al ver la cara de preocupación de Y

En el caso del dialogo el narrador desaparece para dejarle lugar a que hablen los personajes y sean ellos quienes informen sobre alguna situación. De esta forma el lector puede conocer sin intermediarios a dichos personajes y estos sacan a relucir su personalidad, manera de pensar o ver el mundo.

Incisos:

Las aclaraciones del narrador que van entre guiones sirven para situar a los personajes en la escena, para señalar reacciones provenientes de su pensamiento, de sus sentimientos o su conciencia o para marcar un gesto o una acción mientras hablan. 
No es necesario en cada palabra que digan los personajes poner un inciso porque usarlos demasiado alarga el diálogo y distrae al lector de la intención al hablar. Es bueno dosificar su uso y aprovecharlos para, en un dialogo largo o con varios personajes, cada tanto ir recordando quién está hablando.

-¡Te dije que bajaras a comer!
-Ya voy mamá.
-No, ven ahora o subiré a buscarte -mamá estaba a los pies de la escalera, haciendo una cuenta regresiva mental-. Tienes tres segundo.
-Dame diez, necesito pasar de nivel.
-Tienes cinco y si no bajas te voy a castigar.
-¡Muere! ¡Muere! -gritaba el niño emocionado frente al televisor, sin temerle a las amenazas de su madre.

Signos:

Tenemos muchísimos signos para usar, pero esto no significa que debemos usarlos a todos y todo el tiempo. El uso continuo de ellos cansa visualmente al lector, hay que dosificar y ponerlos en el lugar preciso para enfatizar el efecto que este tiene.

Tanto los signos de exclamación !¡, de pregunta ¿?, diferentes puntos : , ; . o suspensivos ... comillas " " y paréntesis ( )

Tip
  • Algo que me funciona para saber si el dialogo tiene lógica y fluidez es leerlo en voz alta varias veces.
¿Quién habla?

Otra cosa que debemos evitar es nombrar a la persona que habla cuando esta termina de hacerlo, si ya está claro de quien es la voz es innecesario nombrarlo.

-No voy a comprarte eso -dijo papá (Pablo).
-¿Por qué no?- preguntó el hijo (Juan).
-Porque lo digo yo -contesto Pablo, empezando a perder la paciencia.
-¡Eso es injusto! -exclamó Juan, aferrándose al juguete.
-No, no lo es -deja eso ya, pidió Pablo.
-¡Lo quiero! -se quejó Juan.
-¡Haz lo que quieras! -se rindió Pablo, suspirando.

Pensamiento:

Para indicar que un personaje esta hablando consigo mismo tanto dentro de una diálogo como en solitario podemos hacerlo de la siguiente manera:

-Qué extraño todo esto -dijo Horacio mirando por la ventada la oscura calle.
<<Demasiadas coincidencias>> pensó Gustavo, suspirando mientras se sumaba a la contemplación de su amigo.

¿Cómo van a hablar los personajes?

Es importante definir el registro para no cambiarlo a medida que escribimos. Si decidimos que escribiremos en castellano neutro debemos apegarnos a esto y no mezclar con palabras o terminologías propias de nuestro idioma cotidiano y viceversa.
Esto queda a elección del autor, yo prefiero hacerlo en neutro porque queda más prolijo y en caso de ser leído por personas que no son de nuestro país ellos no tendrán inconvenientes en entender de qué hablamos. 

Como resumen:

La motivación conduce a una frase. Todo lo que dicen nuestros personajes proviene de una intencionalidad determinada. Hablan para decir algo más de lo que dicen y al hacerlo aportan un matiz a su historia. Sus palabras van ligadas a su personalidad, al contexto y a la situación vivida y pretenden provocar una variante en el curso de los acontecimientos.
Las palabras deben tener una justificación. Por ejemplo, si alguien dice «me duele la cabeza», su intención podría ser: mostrarse como un ser debilitado, llamar la atención de otro personaje para que cambie su relación, no participar en una escena, anticipar un determinado desenlace, denunciar un entorno contaminado, etcétera. Si dice: «Me duele la cabeza, te lo aseguro», se está agregando un refuerzo cuya intención es demostrar que el otro interlocutor desconfía.



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