27 jul 2014

Capítulo 14

Con Hogwarts descartado por el momento como posible escondite para alguno de sus Horrocruxes, le tomó cierto tiempo encontrar un lugar alternativo. Los requisitos eran muchos, ya que no solamente necesitaba que el sitio fuese especial, sino que también debía ser discreto, de difícil acceso y tener una conexión con su pasado que sólo él pudiera establecer.

Mientras descansaba en la cómo habitación del hotel dónde se hospedaba, escribió una lista no muy extensa con opciones viables y otra con lugares descartados, ente ellos el orfanato dónde creció (ya que lo odiaba y resultaba bastante obvio) Hogwarts, el callejón Knockturn, los países extranjeros (sus Horrocruxes permanecerían dentro de las fronteras del territorio que algún día sería dominado por él). Por otro lado había pensado en Gringots el banco de los magos, un edificio altamente protegido y mágico que siempre había llamado su atención, pero de nuevo la conexión sería lógica, la única forma sería usando la bóveda de alguien, aunque no conocía a nadie de confianza para hacerlo.

-¿Riddle?

Tom, que estaba tomando una copa en la barra del bar, volteo a ver quién lo llamaba. Un hombre joven, alto y delgado con rostro alargado y dientes prominentes como de conejo le tendió la mano.

-¿No me recuerdas, Tom? Soy, yo, Kastus Nott, fuimos compañeros de casa en Hogwarts –dijo con una sonrisa que hacía destacar más sus incisivos.

-Jamás olvido a las personas.

-Que bueno tiempos vivimos… ¿puedo sentarme? –Señaló la butaca vacía al lado de Tom y se sentó antes de obtener una respuesta-. Ninguno supo más sobre ti, me refiero a los demás miembros de la pandilla… Los caballeros de Walpurgis –agregó poniendo una ridícula pose estoica.

-Decidí marcharme, tenía cosas que hacer, magia que aprender…

-Tú siempre tan dispuesto a mejorar. Recuerdo que tus notas eran puros Extraordinarios, no entiendo cómo lo hacías. Por mi parte sufrí bastante a la vieja Merrythought, aunque la pobre ya murió.

-¿Quién está a cargo de su materia? –inquirió Tom, interesado.

-No tengo idea, no mantengo mucho contacto con Hogwarts… el nuevo director es Dumbledore, nunca me cayó demasiado bien, ya sabes con todo ese discurso en favor de los muggles…

-Me alegra escuchar que tus convicciones siguen intactas.

-¡Ah! Si, si Tom. Sigo firme en ellas, pero cada vez somos menos –se acercó a Tom y bajó la voz-. Te diré que algunas familias nobles como los Black, los Malfoy, los Lestrange por nombrar unas cuantas piensan igual que nosotros sobre la pureza de la sangre y están dispuestos a luchar por ella, pero carecemos de organización… se necesita un líder.

Tom lo miró intrigado, no era el primero que mencionaba tal cosa (ya lo había hablado con Ismelda) pero aún no era el momento adecuado, no con tan pocos Horrocruxes en su haber.

-Nuestros compañeros de Hogwarts ¿Están dispuestos a reunirse?

-Claro que si, Tom –dijo sonriendo-. Nos desilusionamos cuando te fuiste, habíamos puesto fichas en ti.

-¿Estarían dispuestos a seguir mis ordenes?

-Yo pongo a mi familia y mi persona a tu entera disposición… no quiero que mis hijos cohabiten con sangres sucias y mestizo –su rostro adquirió una expresión de asco-. Voy a casarme esté otoño en una bonita locación costera, por lo que estoy un poco ocupado pero cuando pase esa fecha déjame organizar una reunión. Todos se alegrarán de verte.

-No tengo tiempo, tengo asuntos urgentes que atender –replicó Tom, terminando su trago y la conversación-. Te mantendré informado.

El encuentro con Nott le abrió los ojos en muchos sentidos. Era bueno saber que aún existían personas dispuestas a seguirlo en su cruzada contra los muggles y estaba decidido a armar un grupo de fieles que acaten sus órdenes para mantener controlados a los sangre sucia, pero un detalle que podría haber sido insignificante le dio una idea. Nott había hablado sobre casarse en la costa. Eso era, la costa.

De niño solía viajar a la allí junto con sus compañeros de orfanato. Era un pueblo empobrecido y gris que olía a salitre, además de que las playas eran escarpadas, bañadas por agua heladas donde resultaba imposible nadar.

Un verano fueron de excursión y él junto con dos niños más se rezagaron para terminar perdidos en el interior de una húmeda cueva. Tom había sentido como la magia brotaba en su cuerpo y terminó liberando más poder que nunca, asustando muchísimo a los pequeños. Fue divertido, perverso e interesante. Dennis Bishop y Amy Benson jamás volvieron a ser los mismos.

El frío viento le revolvía la túnica, le agitaba los cabellos y le helaba los huesos. A sus pies se extendía el acantilado que llegaba hasta el mar. A lo lejos podía distinguir una fina abertura entre las rocas, que se llenaba de agua cuando subía la marea. La cueva que estaba buscando no fue fácil de encontrar pero tras un duro esfuerzo lo logró.

De pronto sintió una presencia a sus pies, bajó la mirada y entre la maleza reseca distinguió una víbora común de color negro.

-¿No piensas atacarme? –preguntó Tom en Parsel, adivinando la intensión del reptil.

Ella lo miró y alzó la cabeza.

-Estás muy cerca de mi nido, aléjate.

-Tus huevos no me interesan.

-¿No eres un peligro?

-No para ti…

La serpiente se movió de su lugar y relajó la postura.

-Que bueno, los que son como tú invaden mi territorio e intentan matarme. Jamás había podido comunicarme con uno…

-Es porque soy diferente, especial.

-¡Hey, tú! ¿Quién eres? ¡Esto es propiedad privada! –Gritó un hombretón que miraba la escena con el rostro crispado de miedo-. Aléjese.

-El que se va a ir es usted, sucio muggle.

El hombre, aún más confundido, apuntó al mago con un rifle.

-Voy a disparar.

-Tu arma muggle no funcionará –advirtió Tom, preparando la varita-. Voy a matarte si no te marchas…

-Le exijo que deje de hablar así, es antinatural –ajustó la dirección del rifle-. ¿De qué feria de locos salió, vestido así y todo?

-¡Avada Kedavra! –dijo Tom y un rayo de luz verde golpeó al sorprendido muggle quien cayó al piso, muerto.

-Increíble –siseó la víbora.

Tom se acercó al cadáver. Había matado y eso significaba que su alma estaba desgarrada, perfecta para unirla a un nuevo Horrocrux. El lugar, la serpiente, el recuerdo de lo que había pasado en la cueva hace tantos años. Tocó con sus largos dedos blancos el relicario de Slytherin.

Si

-¡Papá! –Gritó un niño viendo la escena-. ¡¿Qué le hizo a mi padre?!

Antes de que pudiera reaccionar el pequeño corrió cuesta abajo, gritando asesino

-Ve por él, mátalo.

-ssssiiii

Cuando se quedó solo, Tom realizó el difícil y complicado hechizo. Cada vez dolía más, era como si lo que maran vivo. No pudo evitar gritar, gritar sin control. Sentía como perdía el control de su cuerpo, su mente se quedó obnubilada y cayó en la más profunda oscuridad.

-¡Es él! ¡El asesino!

Las voces se oían lejanas, como si hablaran a través de una puerta cerrada.

-¿Qué le pasó en el rostro?

-¿Se quemó?

-¡Es un asesino, mató a mi padre!

Tom parpadeó con dificulta, se sentía débil.

-Llevémoslo a la comisaría.

-¿No sería mejor al hospital?

-No merece compasión ¡mató a mi marido!

El mago contempló a la muchedumbre que lo rodeaba. Unas veinte personas lo observaban entre confundidos y enojados.

El sol se ocultaba y el cielo se teñía del púrpura crepuscular.

-¿Quién eres?

Tom movió con dificultada el brazo. Necesitaba estar solo, recuperarse y, sobre todo, poner a resguardo su horrocrux.

-¡Avada kedavra! –fue difícil lograrlo en su estado, pero él era un gran mago.

Los gritos de terror inundaron el aire. Los muggles empezaron a correr pero resultó un esfuerzo inútil intentar escapar de las maldiciones asesinas que lanzaba Tom a diestra y siniestra, mejorando su puntería a medida que avanzaban los segundos. Se sentía cada vez más pleno y vivo.

No faltó mucho para que un mar de cadáveres lo rodeara. Niños, ancianos mujeres y hombres yacían a su s pies con la misma expresión de pánico grabada para la eternidad en sus rostros. Eran al menos una veintena de muggles.

-Esta vez fue demasiado –susurro la serpiente, apareciendo entre los muertos.

-No, nunca se mata a demasiados muggles.

Si encontrar la cueva fue complicado, entrar en ella junto a un montón de cadáveres a cuesta lo fue más. Llevaba el Horrocrux al cuello y la varita ocupada con un hechizo de levitación masiva.

-Para llegar al interior deberán ser fuertes, soportar el dolor… ¡Sanguis Oblatis!

La piedra brillo enrojecida y al pasar el resplandor se partió en dos, dejando a la vista una entrada a una recamara más profunda.

-Lumos.

El eco retumbó múltiples veces. El lugar era inmenso, una caverna hueca tan alta que el techo se fundía en una espesa negrura y el suelo escarpado desaparecía metros por debajo, lleno de guijarros traicioneros.

-Perfecto, pero no del todo.

Tom dejó los cadáveres y los preparó para convertirlos en inferis.

Serán mis guardianes

- Mortuorum Ambulantum.

Hasta ahora todo iba bien. El lugar era de difícil acceso y él iba a protegerlo con todo lo que pudiera.

-¡Marchen en la oscuridad, ataquen a quien perturbe su calma!

Una gota cayó en su mejilla.

Agua pensó.

Era un elemento misterioso de la naturaleza, una fuerza poderosa y arrasadora que helaba el pensamiento cuando desataba su furia. Así fue como decidió inundar la cueva con el agua salada del mar exterior. Ahora sólo le faltaba levantar un altar en medio de aquel lago artificial donde dejar el relicario de Slytherin.

-No cualquiera alcanzará la isla, sólo un mago adulto podrá invocar un bote capaz de llevarlo hasta allí, y quien se atreva a intentarlo, pero toque el agua, será arrastrado al fondo por mis inferis.

Con elegantes movimientos de su varita creó una pequeña embarcación de blanca madera de tejo que lo llevó hasta el medio de aquel lugar cada vez más espantoso.

Durante el viaje, pudo ver su rostro reflejado en las espejadas aguas. No reconoció aquella mascara que le devolvía la mirada con ojos enrojecidos. Todo rasgo atractivo se había desfigurado, su piel pálida se veía cerosa y sus labios se afinaron hasta casi desaparecer. Tom que había llegado a Inglaterra como un atractivo y rico joven de cabellos ondulados, porte elegante y mirada seductora que conquistaba a quien fuera necesario, sufrió una transformación irreversible al dividir su alma de nuevo. Ya no era Tom Riddle, sino, que cada vez su espíritu interior se proyectaba hacia afuera, transformando su apariencia y dominando sus sentidos.

Un montón de rocas negruscas bastó para alzar un pilar de mármol coronado por una vasija de madreperla. Dejó el relicario con cuidado, tocando su fría superficie dorada. Allí reposaría otro pedazo de su alma, prueba irrefutable de su inmortalidad y su inmenso poder.

-Una última cosa… -sacó de su bolsillo la poción que había hecho junto a Nagini. El líquido cristalino tenía un resplandor verdoso que incrementó enormemente a medida que lo vertía sobre el horrocrux.

Quién beba esto sufrirá, recordará y deseará su muerte. Si aún sigue vivo, necesitará beber agua y su única opción será el lago donde lo esperan mis guardianes… pensó, satisfecho con su elaborado plan.

Rió con una risa fría que deformaba sus facciones y sonaba aguda, siseante. Nada alegre o feliz.



2 comentarios:

  1. Que excelente fic, me gusta mucho! ojalá actualices pronto... muy bueno tu blog.
    Besos.

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  2. Muchisimas gracias por el comentario, prometo seguir subiendo los capítulos!

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